miércoles, 19 de septiembre de 2007

Compendio de cine en 8 minutos

La lucha por la supervivencia de un pequeño búfalo ilustra las teorías de Bazin.
Por Daniel V. Villamediana (suplemento Culturas de La Vanguardia, 19/9/2007)
Un único plano secuencia, tomado por un videoaficionado, condensa un filme de estructura clásica. Battle at Kruger está filmado en el parque nacional Kruger, en Suráfrica, por David Budzinski y Jason Schlosberg, y se ha convertido en uno de los grandes éxitos en YouTube...

Battle at Kruger ha sido uno de los vídeos más visitados en la historia de la página web YouTube, con más de 16 millones de visitas y más de catorce mil comentarios hasta el momento. Aunque se trata de un vídeo grabado en 2004 ha sido ahora cuando ha logrado su mayor visibilidad convirtiéndose en un fenómeno mediático con referencias incluso en publicaciones como Time.Aparentemente podría parecer un simple vídeo casero de baja calidad sin más interés que el mostrar un enfrentamiento entre animales salvajes en África: una cría de búfalo es atacada por unos leones que, en su lucha por llevársela de la manada, la arrastrarán junto a un río donde aparecerá el siguiente protagonista, un cocodrilo que asimismo luchará contra los leones por llevarse la codiciada presa. Cuando los leones logran llevársela, inesperadamente regresará una manada de búfalos mayor que la anterior, dispuestos a presentar batalla a los leones. La cría finalmente saldrá viva de todo este embrollo.
Más allá del interés documental de la escena (nunca se había visto que unos búfalos regresen y planten cara a los leones como si fueran el séptimo caballería al rescate y hasta los corneen), lo apasionante de este plano secuencia de más de ocho minutos de duración (aunque antes hay un par de planos muy breves) reside en varios puntos. El primero de ellos es que dentro de un vídeo de tan escasa duración se condense una película en sí con todos los ingredientes necesarios para crear una estructura narrativa clásica: sus tres actos, sus puntos de giro (cambios dentro del relato que permiten pasar de uno a otro acto y que suponen giros importantes en la historia) y un clímax final, elementos todos ellos básicos para construir un guión de cine.
Primer acto: llegada de los búfalos y aparición de los leones, que agazapados esperarán el mejor momento para atacar, llevándose a la presa más débil. Justo después llegará el primer punto de giro, que nos llevará hasta el segundo acto. Se trata de la sorpresiva entrada en escena del cocodrilo que quiere llevarse a la presa. Ya estamos de lleno en el segundo acto, que es la lucha entre fieras. Después vendrá el segundo punto de giro que nos llevará hasta el tercer acto: la entrada en escena de la manada de búfalos con cara de pocos amigos que se enfrentará a los leones. Justo antes de acabar la película llegamos al clímax final, cuando los búfalos logran rescatar milagrosamente sana y salvar a la cría.
Pero aparte de esa coincidencia estructural entre cómo se cuenta tradicionalmente una historia y estas imágenes encontradas en la sabana africana grabadas instintivamente por un videoaficionado de un modo tosco pero acertado, lo más significativo de Battle at Kruger es el hecho de que la película funcione tan bien a nivel emocional y narrativo gracias a la utilización del plano secuencia. De este modo, sin fragmentación de planos, sin montaje en definitiva, no se rompe la continuidad de lo real. Si se hubiera roto el plano secuencia mediante el corte, nos hubiéramos alejado de ese cine realista, y de la potencialidad misma del cine como registrador de hechos e imágenes que pregonaba André Bazin, fundador de los Cahiers du cinéma. Bazin vio en su momento en la famosa escena de la caza de la foca del filme Nanook el esquimal (1922), de Flaherty, un ejemplo de la capacidad del cine para filmar la realidad, al ser rodada en un único plano, ya que si se hubiera fragmentado la secuencia se hubiera falseado el momento, el instante único. Según Bazin, si el director hubiese optado por romper la unidad, hubiésemos entrado en el terreno de lo imaginario, de lo representado, igual que sucede hoy en día con la mayoría de documentales sobre animales, que han tomado las herramientas del cine de ficción (guión y montaje especialmente), para falsear lo documentado y hacer sentir al espectador las mismas emociones que se sienten cuando ve un filme de ficción al uso: montaje paralelo, aceleración de los planos según avanza la acción, etc.
Rara vez se encuentra un plano secuencia en el que se produzcan acciones distintas sin servirse del montaje, que habitualmente se utiliza para llevar a los animales ante el espectador del modo en que el director del documental desea (algo a veces inevitable, por otra parte). Se reconstruyen escenas tomadas de la realidad para crear otra. Por eso llama especialmente la atención este vídeo de YouTube, porque logra emocionar tanto por sus inesperados giros como por la unidad espacial y temporal que imprime la utilización del plano secuencia, y es justamente en este tiempo continuo donde podemos encontrar comportamientos tan inesperados como el de animales pacíficos que se vuelven agresivos. Todo lo que no ha conseguido filmar un documentalista lo ha logrado grabar aquí un videoaficionado.

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